ROBUSTECIENDO
El Voto Electrónico como mecanismo de Democracia Electrónica apropiada
¿Una década perdida 1996-2006?
INTRODUCCIÓN
Es allí, donde vemos surgir un interés cada vez más evidente en el ámbito de la gestión pública, por las tecnologías de la información y la comunicación (e-adminsitración, e-democracia, e-gestión). Y en este campo, el tratamiento del tema no ha sido exclusivo de los especialistas en tecnologías modernas, aunque la “revolución silenciosa” se haya iniciado en esos ámbitos; también los intelectuales de la ciencia política y politólogos empiezan a abrirse un campo de análisis sobre el impacto de las nuevas tecnologías, en la sociedad en general y en determinadas instituciones del Estado.
Nuestro análisis se basa en una doble perspectiva teórica (que resulta complementaria), en busca de abordar los problemas y retos que las herramientas tecnológicas pueden ofrecer a la Democracia y por consiguiente a la gobernabilidad.En primer término, el rol de la cultura democrática en la incorporación de reformas, que aunque puedan dar apariencia de instrumentales, abonan o desvirtúan la legitimidad del Estado, así consideraremos un modelo relacional e interactivo del Estado, donde ante la complejidad de los problemas, ningún actor tiene por sí solo suficientes recursos para abordarlos, lo que lleva a diseñar políticas públicas considerando la red de actores implicados
En segundo lugar la teoría neoinstitucional, donde se busca ver organizacionalmente (en términos materiales y de cultura organizacional), qué implica para un gestor público incorporar un nuevo paradigma de democracia electrónica, y en qué medida resulta viable institucionalmente.
Se descarta el enfoque puramente economicista (costo-beneficio) del fenómeno del voto electrónico por no aportar al análisis cualitativo de las condiones sociales y culturales que soportan un proyecto que definimos de naturaleza más subjetiva que objetiva.ANÁLISIS DESDE LA CIENCIA POLÍTICA
Desde la teoría del análisis político primero están las teorías sistémicas (Eston) de política como respuesta a las demandas del medio para transformarlas en decisiones. Aquí las demandas no sólo son de bienes o servicios sino también y sobre todo de participación, información, inclusión, lo cual lleva a un rol más activo de la ciudadanía.
También consideramos el análisis del pluralismo que limita el poder del Estado para proteger el desarrollo individual, así, se reconoce valiosa la participación de los más diversos actores políticos, de dentro y fuera del Estado, influyendo activamente en las políticas públicas.En cuanto a las conceptualizaciones de la Democracia, como se ha dicho, parecen más relevantes a este ensayo las teorías contemporáneas sobre esta categoría, en donde, en un primer grupo encontramos a los que inciden en reconocer la necesidad de hacer participar al ciudadano: Bobbio (número elevado de personas que deciden y regla de la mayoría); Dahl (Sufragio universal e inclusivo) y Duverger: sufragio universal.
El carácter instrumentalista de esta concepción de democracia la hace infértil a nuestros objetivos, de modo que, exploraremos algunas otras teorías contemporáneas que van más allá de lo procedimental:Así, Schumpeter nos habla de que la supervivencia de la democracia en las sociedades dependerá más, de los compromisos de las élites con el método democrático (competencia por el liderazgo), que de la influencia de las masas electorales (pasivas) del sufragio.
Por su parte Touraine, tiene una mirada pluralista y señala que, el gobernante (leáse gestor público), debe reconocer la pluralidad de intereses, de actores políticos y sociales, para legitimar su representatividad. Así, la ciudadanía puede influir en las normas y decisiones políticas. Entender la democracia bajo esta mirada, resulta atractivo a nuestro estudio debido a que permite adelantar la importancia de la visión de lo que el colectivo espera de la democracia, otorgándole a ésta una fisonomía acorde a los intereses concretos de la población, haciéndola más inclusiva.
Otro autor que va más allá de una reflexión instrumentalista de la democracia es Habermass, que alude al proceso de formación de la opinión pública, deliberación. Análisis que nos permite vislumbrar la importancia de fortalecer los ámbitos locales de formación de la opinión pública, que así informada, podrá acercarse de mejor manera a la democracia representativa, beneficiándola y fortaleciendo su vigencia.En esta línea argumentativa está también Lijphart que enfatiza el respeto a los derechos y libertades de las minorías y con ello otorga el compromiso de mantener la gobernabilidad al Estado, cuyo carácter inclusivo, favorecerá una de las condiciones para la legitimidad de los decisores y la gobernabilidad democrática.
Con mayor grado de realismo, apreciamos que existen teorías emergentes sobre la democracia, que se caracterizan por estrategias de naturaleza dinámico que frente a las crisis de los paradigmas propone la adaptación (Luhmann) según exija las redes de relaciones sobre las que el accionar democrático en concreto actuará.En este orden de ideas, Olsen y March, proponen incorporar en la gerencia pública varios elementos legitimadores: gestión de identidades; desarrollo de capacidades; capacidad de explicar y responsabilizarse y desarrollo de capacidades adaptativas en el sistema político.
Los elementos que puedan conformar una definición contemporánea de democracia, reflejan que para la teoría democrática actual, el gobierno democrático es un gobierno representativo de sus intereses, pero con importante matiz participativo efectivo, que se encuentra en incremento, presente en el elemento asociativo, propuesto por Dahl; en el elemento de ciudadanía aportado por Touraine y en el elemento discursivo y deliberativo propuesto por Habermass, de discusión, debates, ausencia en muchos casos de mediación; y sobre todo en la estrategia gerencial de Olsen y March
El EstadoEn este marco teórico, de qué modelo de Estado hablamos. Aquí nuevamente la tradición de la ciencia política no es atendible a nuestros objetivos, tanto la visión liberal como Marxista (dogmáticas) como la sociológica de Weber centrada en la burocracia el Parlamento y el Estado Nacional; son insuficientes para abordar la riqueza que confluye en la esfera democrática y sus categorías de análisis.
Asimismo, son descartadas las perspectivas históricas que abordan la estructura interna y externa del Estado, donde encontramos las teorías de la dependencia de Wallerstein o para el caso de Latinoamérica, Cardoso.Otra interesante propuesta de análisis sistémico del Estado la trae Morlino con su sistema compuesto por la comunidad política donde encontramos a los que desempeñan un rol activo en la política (ciudadanos, grupos de interés, sociedad civil, cultura política, partidos, etc); régimen político donde encontramos los roles y estructuras de autoridad; y, Autoridades como ejecutores de la política del gobierno.
Por ello, la perspectiva sistémica o funcional de Offe, que ve al Estado no sólo como agente de dominación política sino como articulador de los diversos sistemas que operan en la sociedad consigue explicar mejor la visión de Estado normativamente pertinente. En ese sentido, entendemos al Estado caracterizado por sub sistemas uno de los cuales es el socio cultural que demanda legitimidad al sub sistema político.Democracia electrónica
Está en plena elaboración con ensayos y errores, a través de un proceso donde se aprovechan las ventajas de las tecnologías para profundizar la participación democrática de los ciudadanos pero también con la asunción de diversos riesgos, siendo clave para solucionar esta paradoja, la cultura democrática de los ciudadanos, capaz de alertar sobre las posibles fallas que podrían traer una involución democrática (Chacín).
Nuestra apreciación del fenómeno de Tecnologías de la Información como herramienta para mejorar la calidad de la democracia, no es determinista, en tanto percibimos que la democracia representativa requiere de mayores alcances en la participación política de los ciudadanos desde su concepción de cultura política, para complementarse con la democracia representativa.Cultura política y “Lo apropiado”
Encontramos que la desafectación de los ciudadanos respecto de los sistemas democráticos, producirá cada vez más el traspaso de un “sujeto político a un “sujeto de la política (García Raggio). La desconfianza en los políticos y en el accionar de los gobiernos, la disminución del número de ciudadanos interesados en votar, la crisis de los lazos de solidaridad conciudadana, recluirse en lo privado son sólo algunos síntomas que nos llevan a los limites que enfrenta la generalización de un modelo homogeneizante de democracia representativa.
En esta línea Giddens afirma que surgen nuevos agentes políticos y nuevas formas de prácticas políticas que asumen desde lo local y lo supranacional, sus reivindicaciones. No sólo se han reconfigurado espacialmente los márgenes de la política, que ya no están constreñidos a los límites de los Estados Nacionales sino que además estamos asistiendo a una redefinición de las cuestiones consideradas políticas.
En esas condiciones es posible generar nuevas constelaciones políticas que actúen públicamente en una pluralidad de órdenes, a menudo superpuestos. Así, la índole de los problemas: locales, nacionales y globales, hace que las dimensiones donde se juegan los intereses de la ciudadanía, se amplíen a diversos escenarios susceptibles a acción política.Se habla así de constituir ciudadanos con múltiples ciudadanías, que ejerzan sus derechos y obligaciones en distintos niveles, siendo necesario para ello que el Estado y sus agentes, consideren sus particularidades en cada ámbito de acción, y en especial su cultura política real, para adecuar los mecanismos de acción gubernamental sin perder soberanía y menos aún legitimidad.
Como se ha señalado anteriormente, la responsabilidad principal por el mantenimiento de la gobernabilidad (en sentido amplio) es del Estado (Tomassini), y para lograrlo, éste debe interactuar con la sociedad civil, el sector privado y los distintos agentes sociales y económicos y la forma de esta interacción, dependen de la cultura política imperante.El Estado deberá acentuar alguna de sus funciones naturales, a fin de facilitar el paradigma social imperante emprendiendo acciones específicas. Es contrapartida de una cultura política cuyos perfiles no se deben sólo a la gravitación de poderes hegemónicos sino también a los valores, preferencias y comportamientos de la sociedad civil y la ciudadanía.
Acogemos la tendencia a concebir el Estado como una función del contexto social, de la organización económica, la base tecnológica y sobre todo de la cultura política. Capacidad para gestionar los intereses sociales de acuerdo a las circunstancias predominantes. Se descarta una definición jurídica abstracta y ahistórica, no es un ente intemporal y abstracto sino una construcción social que cambia en el tiempo, y la gobernabilidad depende esencialmente de su adecuación a la cultura política imperante.El perfeccionamiento de la democracia debe ocurrir con el reconocimiento de la diversidad y variabilidad social, la aceptación del pluralismo y la atención a los derechos de las minorías y con la ampliación del espacio para la discusión colectiva.
Los desafíos que la democracia peruana enfrenta ahora, se relacionan con temas de más largo aliento: la profundización de la democracia, el establecimiento pleno del estado de derecho, la reducción de la profunda desconfianza ciudadana en el sistema político, el desarrollo económico y la lucha contra la pobreza, entre otros.El examen de las actitudes ciudadanas frente al sistema político peruano muestra una situación preocupante porque sugiere que las bases actitudinales para una democracia estable en el Perú, son relativamente precarias. Los niveles de apoyo al sistema político son de los más bajos en la región. Apenas por encima de Haití y Ecuador.
Ello configura una cultura política que está demandando una visión estratégica institucional capaz de atender las demandas reales y no las corrientes deterministas y los imperativos desarticulados.